martes, 21 de julio de 2015
#MartesAMano !
Seguramente esta frase la habrán visto en mi twitter pero, es una frase con la que me siento sumamente identificada... Pd: esta frase si la escribí yo
Síndrome del corazón roto
Compartir efímeros encuentros, del tipo que suelen empezar y culminar entre sábanas, no entraba en la categoría de cosas de las que se arrepentía. Aunque el saber que en cualquier momento encontraría a alguien más interesante, olvidándose de algo que quedaría grabado en su mente y en su piel para siempre, le partía el corazón en ínfimas partes.
Junto a él, no había lugar para esas cosas que hacían que una pierda la paz, ni tampoco para aquél miedo que la acosaba día tras día. Por alguna extraña razón, a su lado, se sentía sentía segura, cuidada e importante.
Ella no tenía idea de como lo lograba, pero la pura realidad es que cuando él tocaba su piel, se perdía en una ola de sensaciones, arrastrándolo todo a su paso, haciéndola sentir tan viva, tan mujer... eso era algo único e inigualable, algo que, admitió para sus adentros, nunca antes había experimentado. Pero en el instante en que comenzaba a sentirse cómoda, que podía dejarse llevar, él se cerraba y de alguna manera encontraba la forma de decir alguna palabra hiriente, sin poder evitarlo, destrozando toda ilusión en su interior, retrocediendo todos los logros alcanzados.
Pero al verlo así, abrazando a esa, todos esos pensamientos, tanto buenos como malos, se esfumaron, dejándole un gran vacío, sintiéndose la más estúpida. En ese momento, sintió grandes deseos de llorar, de arrancar de su lado a esa puta que osaba tocarlo, que respiraba su mismo aire; moría por que él se acercara y... no, ella bien sabía que tal cosa no iba a suceder, ese era el precio de entrar en el juego.
Esto ya no era una simple atracción, y era consciente de ello. Poco a poco, fue inmiscuyéndose en su vida, llegado al punto de ser el dueño de sus pensamientos, lo cual se intensificó después de lo ocurrido. Pero allí estaban; él enroscado a gusto a una cualquiera y ella ¿qué hacía? observaba como se cagaba en esas noches, como se mofaba de aquellos momentos, como... nada, nada, NADA "entre nosotros no pasa nada, ni siquiera hay nosotros" se repetía hasta el cansancio, era un mantra al que se aferraba como si su vida dependiera de ello.
Aunque, al mirar por milésima vez su foto, algunas lágrimas bañaron su rostro. "¿Acaso no valgo la pena? ¿O qué, no soy lo atractiva suficiente para que alguien quisiera ir más allá?", pensó apretando los ojos. Aunque prácticamente no concilió el sueño, por estas preguntas sin respuesta aparente y por ese idiota de ojos pardos, mirada hipnotizante y de sonrisa descaradamente encantadora, al cual maldijo entre dientes al día siguiente, cuando el sueño, o mejor dicho, la falta de el, le pasó factura; pero al instante lo volvió a adorar cuando su teléfono sonó y un mensaje de buenos días encontró.
Junto a él, no había lugar para esas cosas que hacían que una pierda la paz, ni tampoco para aquél miedo que la acosaba día tras día. Por alguna extraña razón, a su lado, se sentía sentía segura, cuidada e importante.
Ella no tenía idea de como lo lograba, pero la pura realidad es que cuando él tocaba su piel, se perdía en una ola de sensaciones, arrastrándolo todo a su paso, haciéndola sentir tan viva, tan mujer... eso era algo único e inigualable, algo que, admitió para sus adentros, nunca antes había experimentado. Pero en el instante en que comenzaba a sentirse cómoda, que podía dejarse llevar, él se cerraba y de alguna manera encontraba la forma de decir alguna palabra hiriente, sin poder evitarlo, destrozando toda ilusión en su interior, retrocediendo todos los logros alcanzados.
Pero al verlo así, abrazando a esa, todos esos pensamientos, tanto buenos como malos, se esfumaron, dejándole un gran vacío, sintiéndose la más estúpida. En ese momento, sintió grandes deseos de llorar, de arrancar de su lado a esa puta que osaba tocarlo, que respiraba su mismo aire; moría por que él se acercara y... no, ella bien sabía que tal cosa no iba a suceder, ese era el precio de entrar en el juego.
Esto ya no era una simple atracción, y era consciente de ello. Poco a poco, fue inmiscuyéndose en su vida, llegado al punto de ser el dueño de sus pensamientos, lo cual se intensificó después de lo ocurrido. Pero allí estaban; él enroscado a gusto a una cualquiera y ella ¿qué hacía? observaba como se cagaba en esas noches, como se mofaba de aquellos momentos, como... nada, nada, NADA "entre nosotros no pasa nada, ni siquiera hay nosotros" se repetía hasta el cansancio, era un mantra al que se aferraba como si su vida dependiera de ello.
Aunque, al mirar por milésima vez su foto, algunas lágrimas bañaron su rostro. "¿Acaso no valgo la pena? ¿O qué, no soy lo atractiva suficiente para que alguien quisiera ir más allá?", pensó apretando los ojos. Aunque prácticamente no concilió el sueño, por estas preguntas sin respuesta aparente y por ese idiota de ojos pardos, mirada hipnotizante y de sonrisa descaradamente encantadora, al cual maldijo entre dientes al día siguiente, cuando el sueño, o mejor dicho, la falta de el, le pasó factura; pero al instante lo volvió a adorar cuando su teléfono sonó y un mensaje de buenos días encontró.
martes, 14 de julio de 2015
#MartesAMano
Hace mucho que tenía ganas de agregar una nueva sección, porque siempre lo mismo aburre...
Pd: Antes que me olvide, es un fragmento de "Tú, nada más" de Ana Coello ( @themma en wattpad)
lunes, 13 de julio de 2015
A vos, mi amor...
Si tuviese que describirnos, no tendría palabras,
pues para empezar, tendríamos que tener algo.
¿Lo tenemos? Lo dudo.
¿Lo sentimos? Pff, ni hablar...
Es tan extraño, único, especial
mágico, me atrevería a arriesgar.
Esos eternos vaivenes en los que me envolvés,
sin duda no hacen más que enloquecer
a mi o a cualquiera,
¡esto no tiene ni pies ni cabeza!
O sea, solo hay dudas, ni una certeza
me confunde, me marea.
Estoy en medio de una encrucijada,
en un punto sin retorno,
envuelta en un mar de incertidumbre
a conciencia, lógicamente
no me hago la desentendida
desde el principio supe en lo que me metía.
Aunque ojo, no todo es tan turbio y gris,
solo sucede en cortos lapsos,
cuando mi cabeza me juega una mala pasada
es decir, cuando los celos e inseguridades se unen,
complotando con los sentimientos de mi pobre corazón
que ya no tiene aguante para otra decepción.
Es tan difícil cuando aquello que uno piensa y siente no concuerda
Recordándote que estás muy poco cuerda.
Ahora más que nunca me doy cuenta,
que ocupas cada rincón de mi mente
y cada recoveco de mi alma,
hasta llegar, incluso, a aquellos lugares inexplorados de mi ser.
Yo no se si esto es amor, capricho u obsesión
siquiera un poco me importa el que dirán
porque yo soy feliz
y todo, te lo debo a ti.
pues para empezar, tendríamos que tener algo.
¿Lo tenemos? Lo dudo.
¿Lo sentimos? Pff, ni hablar...
Es tan extraño, único, especial
mágico, me atrevería a arriesgar.
Esos eternos vaivenes en los que me envolvés,
sin duda no hacen más que enloquecer
a mi o a cualquiera,
¡esto no tiene ni pies ni cabeza!
O sea, solo hay dudas, ni una certeza
me confunde, me marea.
Estoy en medio de una encrucijada,
en un punto sin retorno,
envuelta en un mar de incertidumbre
a conciencia, lógicamente
no me hago la desentendida
desde el principio supe en lo que me metía.
Aunque ojo, no todo es tan turbio y gris,
solo sucede en cortos lapsos,
cuando mi cabeza me juega una mala pasada
es decir, cuando los celos e inseguridades se unen,
complotando con los sentimientos de mi pobre corazón
que ya no tiene aguante para otra decepción.
Es tan difícil cuando aquello que uno piensa y siente no concuerda
Recordándote que estás muy poco cuerda.
Ahora más que nunca me doy cuenta,
que ocupas cada rincón de mi mente
y cada recoveco de mi alma,
hasta llegar, incluso, a aquellos lugares inexplorados de mi ser.
Yo no se si esto es amor, capricho u obsesión
siquiera un poco me importa el que dirán
porque yo soy feliz
y todo, te lo debo a ti.
lunes, 6 de julio de 2015
Problemas existenciales III: "La reina de boludandia"
Sin importar la cantidad de veces en las que me encontré en esa posición, aún no logro describir con las palabras exactas lo terriblemente agotador y frustrante que llega a ser.
Me he dado repetidas veces la cabeza contra la pared, mientras esa conchuda con aires sobradores me mira con los ojos entreabiertos y sus famosos labios arqueados en una prepotente sonrisa al son de "¡Te lo dije! No aprendes más corazón, sos la reina de boludandia" en ese tono irritablemente infantil que saca lo peor de vos ¿con que objeto? el simple y perverso placer de quemarme la cabeza. ¿Lo logra? Bueno, saquen sus propias conclusiones...
Todo estoy mucho más se gesta en mi, aunque por fuera intente caretear mi evidente cara de orto, limitándome a responder "Hoy no me siento bien/No dormí mucho", sabiendo de antemano que estoy chamuyando (la mitad de las veces, por lo menos).
Pero, aguanta un cachito que hay más, como si esto no bastara, me enojo conmigo, contigo, con el mundo, como suele pasar en estas situaciones por renegar, por quemarme la cabeza, por desesperadamente esperar que caiga alguna respuesta, aunque sea una inmunda y mugrosa señal de que voy por el camino correcto, que algún piadoso ser me ilumine con su sabiduría y me tire un centro, que me de ese empujoncito para no tirar la toalla y seguir adelante, como tanto anhela esa parte de mi que alberga esa última gota de esperanza ciega y devota, fruto de ese estado tan peligrosamente embriagador que los simples mortales solemos llamar limerencia.
Pero al otro día, ya con la mente despejada y la voz ronca de tanto pucho y frío en el patio de casa, me doy cuenta de que solo me estaba maquinando al pedo, si señor/a ¡AL PEDO!. Y es ahí donde vuelve la señorita calma, sale el sol después de la tormenta, mientras esta rulienta veinteañera se enamora y odia en ambas proporciones y con la misma intensidad, un poquitito más.
Me he dado repetidas veces la cabeza contra la pared, mientras esa conchuda con aires sobradores me mira con los ojos entreabiertos y sus famosos labios arqueados en una prepotente sonrisa al son de "¡Te lo dije! No aprendes más corazón, sos la reina de boludandia" en ese tono irritablemente infantil que saca lo peor de vos ¿con que objeto? el simple y perverso placer de quemarme la cabeza. ¿Lo logra? Bueno, saquen sus propias conclusiones...
Todo esto
Pero, aguanta un cachito que hay más, como si esto no bastara, me enojo conmigo, contigo, con el mundo, como suele pasar en estas situaciones por renegar, por quemarme la cabeza, por desesperadamente esperar que caiga alguna respuesta, aunque sea una inmunda y mugrosa señal de que voy por el camino correcto, que algún piadoso ser me ilumine con su sabiduría y me tire un centro, que me de ese empujoncito para no tirar la toalla y seguir adelante, como tanto anhela esa parte de mi que alberga esa última gota de esperanza ciega y devota, fruto de ese estado tan peligrosamente embriagador que los simples mortales solemos llamar limerencia.
Pero al otro día, ya con la mente despejada y la voz ronca de tanto pucho y frío en el patio de casa, me doy cuenta de que solo me estaba maquinando al pedo, si señor/a ¡AL PEDO!. Y es ahí donde vuelve la señorita calma, sale el sol después de la tormenta, mientras esta rulienta veinteañera se enamora y odia en ambas proporciones y con la misma intensidad, un poquitito más.
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