Al prenderlo y recibir con ansias la primer bocanada de humo, perdí mi mirada en el atado, puntualmente en la parte trasera inferior, donde se encuentran esas imágenes que nos informa de las consecuencias, que quienes fumamos en su gran mayoría ignoramos, que potencialmente podríamos padecer en un futuro lejano o no quizá no tanto. Porque lo único que querés es fumar un pucho y punto, importa ese cigarrillo que pende de la comisura de esos labios fumadores. ¿Fumadores pecadores? Mis calzones...
Por otro lado, para los no fumadores, ese atado es un cóctel letal de filtro, papel, tabaco, nicotina y vaya uno a saber que más. Una pequeña caja de cartón o papel, envuelta en plástico, que contiene entre 10 y 20 porciones de algún futuro cáncer, enfisema o cualquier enfermedad degenerativa que afectará a nuestros pulmones y por consecuencia, el resto de nuestro cuerpo aniquilándonos lenta y dolorosamente por dentro, poniendo en peligro nuestra vejez.
Pero, mientras aspiraba ese bendito humo tóxico, como hace unos 7/8 años, me di cuenta de porque, al igual que mucha gente, elijo día a día seguir fumando. Uno no compra un simple puñado de cigarros, compra esa hermosa sensación de tranquilidad en cada calada, 5' de calma (o 3 si son muy nerviosos), son pequeñas dosis en barra de paz y eso es lo más importante para mi...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario